Cada
mañana Julio recibe la bendición de su abuela y de su madre. Su abuela que es una católica devota y a la mera cepa. Pone la camándula
en su frente y le hace el ritual como que si lo esta aruñando, pero
no en realidad le esta encomendando a los santos habido y por haber,
luego Julio como acto de fé agacha la cabeza para que su abuela le
haga toda el ritual y el solo termina persignándose.
Termina
el proceso de la abuela y sigue el de su madre Julia, que por cierto
por poco le pone Julia al pobre Julio, por poco la secretaria del
registro civil tuvo que echarle corrector a la letra a porque en el
lugar que el nació, todavía las secretarias escriben a mano las
partidas. Lo cierto es que por poco se salva que Julio se convierta
en Julia. Pero bueno esa es otra historia para contar. Sigamos con la
bendición de su madre, ella es evangélica o como dicen los
católicos es protestantes o hermano separado. Su madre muchas veces
se le adelanta en hacerle el ritual a su hijo Julio, pero muchas
veces tiene que aguantárselas y ser la segundo. Pero el ritual de
ella requiere un poco mas de sacrificio, porque le hace incarse,
cerrar los ojos y Julio tiene que repetir lo que ella dice, al final
de lo que ella dice tiene que terminar diciendo amen. Pero eso a
Julio no le molesta, lo que si le molesta es que con el uniforme
puesto tiene que hacerlo y muchas veces no se sacude el polvo, en
otras ocasiones la mamá por estar “Hablando con Dios” se le va
la honda y lo hace largo, por eso llega con la ropa sucia a la altura
de las rodillas y disculpándose por llegar tarde, en otras ocasiones
la madre llega y da su propia explicación, para que a el no se le
diga nada por llegar tarde.
Lo
mejor de todo es que las bendiciones de la abuela y de la madre y por
supuesto que cada quien lo encomienda a su manera hacia Dios, al
parecer no tienen eco en la mente y en las acciones de Julio, porque
no hay día en que el no haga un desorden o algo que haga que a la
maestra le saque de sus casillas. Este día fue uno de esos donde el
pudo demostrar como ser un “niño talento” en hacer lo que le
venga en gana, y argumentar sus acciones. Como estan las fiestas del
pueblo, y el negocio es negocio y los negociantes no entiendan mas
que el lenguaje de las ganancias, ellos cualquier cosa que les de
ganancias, eso es lo importante. Lo cierto es que le ha dado por
vender huevos (son huevos de gallina, que los rellenan con papel o
cual quier cosa y luego los tapan, para que los niños se los
revienten en la cabeza al otro) los cuales los compran a $0.05 y
Julio como le gusta divertirse se gasta lo que le dan para comer en
huevos y anda reventándole en la cabeza a media mundo, su mamá con
su pobreza le da $0.50 eso le alcanza para diez huevos, ni uno mas,
ni uno menos. Pero esta vez para ponerle un poquito de variedad,
porque eso si lo sabe el negociante que el negocio hay que variarlo y
diversificarlo, porque si no los cliente se nos van, y eso no es
bueno y no le hace bien a nadie. La cosa es que en lugar de echarle
papel les puso cenizas y le dijo que estos valían mas porque eran
mejores y que le iban a gustar, pero el por ser cliente se los iba a
dar a lo mismo.
De nuevo Julio gasto los $0.50 en huevos se va y los
distribuye en dos partes, una para el primer recreo y la otra para el
segundo recreo. En la primera se la dedica a sus compañeros y
ninguno de ellos reniega, al contrario le dicen que eso huevos estan
mejores que los de papel. En el segundo recreo y ya con la
felicitación de sus compañeros empieza estrellarle en la cabeza los
huevos a las niñas, cuatro niñas para cinco huevos, a una de ellas
le tocan dos, a esa que le tocan dos, tiene la mala suerte de que
parte de la cenizas le cae en los ojos y como ella se quiso oponerse
da un puntapié en el abdomen, por cierto sus compañeros le trataron
de detener, aquellos mismos que le habían felicitado, pero que
vieron que en ese momento se paso de la raya. Pero Joaquina, si
Joaquina no me he equivocado al escribirlo y ella cuenta que esta
orgullosa de ese nombre porque así se llama su abuelo que la ha
criado. Joaquina muy molesta, pero tranquila no puso quejo, fueron
sus compañeros que le contaron a la maestra orientadora, la que
averiguo y a los dos castigó al uno por no respetar y a la otro por
no darse a respetar. La historia continua porque después llego bien
molesta la madre de Julio a reclamar que porque se lo habían
castigado, si la escuela tiene la culpa por vender esas babosadas y
las cipotas también no se dan a respetar, porque si ellas se dieran
a respetar mi hijo no bromeara con ellas. Lo cierto es que esta es
otra historia. Como siempre quedan mas preguntas que repuesta. ¿Tiene
culpa la familia? ¿Tiene culpa la escuela por permitir esta clases
de ventas? ¿Tiene culpa el por no obedecer indicaciones? ¿Le ayuda
en algo el castigo? ¿Será que las bromas son bromas porque otros no
ponen el límite y el otro no sabe diferenciar hasta donde debe de
llegar? Por cierto Josefina es la vendedora que no se hace rica por
la venta de huevos en la tienda escolar pero obtiene lo que ella
llama sus sagrados alimentos. PD a Joaquina la llevaron al hospital
por lo irritado des sus pupilas.
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